11/08/2004 – APROBACIÓN DEL ACTA- ACUERDO – PEN – AGUAS ARGENTINAS

 DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DIPUTADO HECTOR POLINO, EN NOMBRE DEL BLOQUE DEL PARTIDO SOCIALISTA, EN LA SESION DEL 11 DE AGOSTO DEL AÑO 2004  Sr. Presidente (Camaño).- Tiene la palabra […]

 DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DIPUTADO HECTOR POLINO, EN NOMBRE DEL BLOQUE DEL PARTIDO SOCIALISTA, EN LA SESION DEL 11 DE AGOSTO DEL AÑO 2004

 Sr. Presidente (Camaño).- Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.

 Sr. Polino.- Señor presidente: pese a que son las cinco menos veinte de la mañana espero que el cansancio no me traicione, porque las cifras que quiero dar serán más elocuentes que mis palabras. 

            Aquí se ha hablado de graves incumplimientos reiterados de la empresa y también de la renegociación de los contratos. Entonces, me pregunto: ¿Por qué se va a renegociar el contrato con una empresa que desde el principio hizo gala de los incumplimientos contractuales? ¿Qué seguridad tienen los usuarios de que una empresa que desde hace once años viola sistemáticamente todas las cláusulas contractuales va a cumplir este nuevo contrato?

            Este es un modelo de empresa a la que se le debe rescindir el contrato. Los contratos se hacen para ser cumplidos, y si una y otra vez la empresa no los respeta corresponde rescindirlos por culpa de ella. 

            Estamos entrando en una trampa, porque por un lado decimos que la empresa no cumple con los contratos y por el otro abogamos por que sean renegociados. 

            Cuando se privatizó Obras Sanitarias de la Nación se le entregó a Aguas Argentinas un patrimonio de 10.000 millones de dólares sin que ella pusiera un solo peso a cambio. Tampoco se le exigió el pago de un canon; sólo se le impusieron dos condiciones, que no cumplió. Una era que durante los primeros diez años de la concesión las tarifas no tenían que aumentar; sin embargo, a través de sucesivos reajustes las tarifas se incrementaron en un 98 por ciento. Aguas Argentinas fue una empresa mimada de María Julia Alsogaray, quien con sus influencias en la cúspide del poder político logró que esos reajustes tarifarios se concretaran. 

            La otra condición era que en los primeros cinco años de la concesión la empresa invirtiese 1.390 millones de dólares en la ampliación de las redes de agua potable y desagües cloacales; sin embargo invirtió sólo 550 millones de dólares. 

            ¿Saben los señores diputados cuánto aportó de capital? 130 millones de dólares, pero recién a los tres años de iniciada la concesión. ¿Saben a cuánto asciende la utilidad neta de la empresa? A 427 millones de dólares, mientras que los honorarios de gerenciamiento, que era realizado por la accionista principal, eran de 120 millones de dólares. 

            Las empresas de saneamiento en los Estados Unidos de América tienen una utilidad neta promedio por año del 8 por ciento. En Inglaterra, es del 7 por ciento; y en Francia, la empresa Suez, que es la accionista mayoritaria, tiene una utilidad del 6 por ciento. Y los accionistas están contentísimos porque son utilidades muy grandes. 

            En nuestro país, Aguas Argentinas tuvo una utilidad neta promedio por año del 23 por ciento, es decir, el 400 por ciento más que el accionista principal en Francia, donde reside la casa matriz. Esto constituye un verdadero escándalo, y se hace a costa de la tarifa de los usuarios. 

            En su informe presentado ante las autoridades, la empresa Aguas Argentinas dijo que en los primeros nueve años de la concesión invirtió 1.700 millones de dólares. De ese monto, mil millones han provenido de las tarifas y 700 millones de endeudamiento externo; el 20 por ciento de ese endeudamiento externo –o sea, 124 millones de dólares‑ se lo prestó la corporación financiera internacional. 

            ¿Quién es la corporación financiera internacional? Es el brazo financiero del Banco Mundial, y tiene el 5 por ciento del paquete accionario de Aguas Argentinas. Y resulta que ahora Aguas Argentinas demanda al Estado nacional ante el CIADI, que es el Centro Internacional de Arreglos de Diferencias sobre Inversiones. Es decir que la Argentina aceptó la jurisdicción de un tribunal que es accionista de Aguas Argentinas y que además es prestamista o acreedor de dicha empresa. De modo que es juez y parte al mismo tiempo.

            Vale decir que hay una confusión de intereses puesta en cabeza del mismo organismo que va a tener que laudar sobre las consecuencias de la pesificación que se llevó a cabo en la Argentina. Reconozco que está gobernando al país en medio de enormes dificultades de todo tipo, dificultades que no creó el actual gobierno sino que las ha heredado de gobiernos anteriores. 

            ¿Pero qué hizo el gobierno actual? En lugar de decir a la empresa Aguas Argentinas que antes de sentarse a firmar un acta‑acuerdo debía renunciar al juicio ante el CIADI, aceptó la propuesta de la empresa, que es suspender el juicio. Pero suspender el juicio no es retirar la demanda; es suspender los plazos procesales, pero la empresa los puede reanudar en cualquier momento.

            Ahora bien; además de los incumplimientos en materia de inversión y de aumentos de tarifas, la empresa incurrió en algo que mencionó al pasar la señora diputada Leonelli, que es la falta de presión en el agua. Pero yo voy a abundar en más detalles para completar la información. 

            En agosto de 2003, el informe elaborado por el ETOSS sobre el grado de cumplimiento alcanzado por el contrato de concesión de Aguas Argentinas ‑nota UNIREN número 73, del 15 de agosto de 2003‑ calculó que, de acuerdo con estimaciones preliminares, el cumplimiento de la resolución 2999, que se refiere a la presión del agua, podía implicar una devolución a los usuarios por un valor máximo de 408.222.000 pesos, que en ese momento eran dólares. ¿Qué pasó? Se firmó esta acta acuerdo y no se hizo mención a ese endeudamiento que la empresa tiene con los usuarios por lo que ha estado cobrando de más a lo largo de este tiempo y que debería devolverles a prorrata. Además, se le condonan las multas que el ETOSS le había aplicado por incumplimiento del contrato. Es decir que todas las cláusulas son leoninas. 

            Por otro lado, cuando le pedí una interrupción al señor miembro informante de la mayoría, dado que había señalado que a partir de ahora no habrá más cortes de servicio, le pregunté dónde estaba estipulado eso. Le hice esa pregunta porque hoy Aguas Argentinas sigue cortando los servicios por falta de pago, y no sólo el servicio de agua potable sino también el de desagües cloacales, mediante el sellado de las cañerías. Esto puede crear un problema de salubridad pública de consecuencias impredecibles. 

            En ese sentido, en una oportunidad presenté ante el ETOSS una denuncia que me hicieron llegar vecinos de la zona sur del conurbano bonaerense, según los cuales por los barrios pasaban cuadrillas que pintaban una cruz con pintura roja en las veredas de los usuarios morosos, y al día siguiente pasaba otra cuadrilla de otra subcontratista de la empresa que cortaba el servicio. O sea, un procedimiento similar al que utilizaban los nazis en Alemania, cuando pintaban la cruz esvástica en las puertas de los disidentes políticos y de los judíos. En este caso, Aguas Argentinas marcaba las veredas con pintura roja para que el usuario moroso quedara en evidencia ante los vecinos del barrio donde vivía, sin importarle que se trataba de un pobre que no había podido pagar la tarifa. Tuve que intervenir ante el ETOSS para que el ente regulador se anoticiara de esa vergüenza, luego de lo cual emitió una resolución que le impidió a la empresa seguir cometiendo ese tipo de abusos en el futuro. 

            Lamentablemente estamos ante el doble discurso; ya lo hemos dicho aquí en reiteradas oportunidades. Nos encontramos ante una política confrontativa, pero sólo en las palabras. Recuerdo que el año pasado, cuando nos visitó el ministro de Economía francés, el ministro De Vido le dijo públicamente que si iba a hablar del aumento de las tarifas mejor no viniera a la Argentina. ¿En qué quedó todo eso? ¿Qué pasó con Aguas Argentinas el año pasado, cuando presionando por un aumento en las tarifas interrumpió el servicio de agua potable a millones de usuarios de la Capital Federal y del conurbano bonaerense? Recuerdo que luego, en una segunda oportunidad, la empresa dejó sin agua y sin el servicio de cloacas a millones de usuarios de la Capital y del conurbano bonaerense, argumentando que se había producido un desperfecto eléctrico en el comando que existe en la planta potabilizadora General San Martín, ubicada en el barrio de Palermo. 

            ¿Qué es esto de firmar actas acuerdos al margen del proceso de renegociación de los contratos? Este proceso comenzó en enero de 2002, es decir, en un año lleno de dificultades políticas y económicas. Luego vino el año 2003, ya ha transcurrido más de la mitad del año 2004, y seguimos con cuestiones provisorias. Me pregunto por qué no se termina de una buena vez con el proceso de revisión de los contratos de aquellas empresas que serían merecedoras de la renovación. Pero con Aguas Argentinas hace rato que habría que haber puesto punto final a la renegociación, rescindir el contrato lisa y llanamente, porque no merece más la confianza de los usuarios argentinos.

            Hoy estamos frente a este acta acuerdo, igual que las que firmaron con Telecom y Telefónica, y presentan ante la sociedad como un triunfo que hasta el 31 de diciembre de este año no habrá aumentos de tarifas, cuando por los incumplimientos esas empresas deberían devolver dinero a los usuarios por todo lo que les han cobrado de más.

            La Oficina Anticorrupción acaba de denunciar ante la justicia penal y pedir la remoción de los funcionarios que estuvieron al frente de la Comisión Nacional de Comunicaciones por haber actuado en complicidad y connivencia con las empresas, y ha denunciado ante la justicia penal a esa empresa por las estafas en las que habría incurrido con los usuarios. 

            Terminemos de una buena vez con esta farsa, porque esto forma parte de la crisis política argentina, de la crisis de credibilidad en los dirigentes y en la política. Decimos una cosa y hacemos otra.

             No nos confiemos del resultado de las encuestas, no abusemos de la buena voluntad del pueblo argentino, al que le ha ido demasiado mal en los últimos años y que confía en que, de una buena vez, nos pueda ir mejor. Sólo nos irá mejor si protagonizamos hechos que están en consonancia con las palabras, porque cuando existe un doble discurso y las palabras nada tienen que ver con los hechos, nuevamente estamos, en el corto o el mediano plazo, haciendo un grave daño a la política argentina. (Aplausos).